domingo, 30 de agosto de 2020

¿RECUERDAS LAS PLAYA?


 



¿Recuerdas la playa

revestida de cristales amargos

sobre los que

no podíamos caminar descalzos?



¿El modo en que

mirabas el mar

y decías que me escuchabas?



¿Recuerdas

las gaviotas histéricas

girando en el tañido

de campanas de iglesias invisibles

y los peces como santos patrones,

el modo en que

corriendo, te alejabas

hacia el mar

y me gritabas que te hacía falta

distancia

para contemplarme?



La nieve

se apagaba

enredada entre las aves

en el mar;

con una desesperanza casi alegre

yo miraba

tus huellas en el mar

y el mar se cerraba como un párpado

sobre el ojo, dentro del cual yo esperaba.

sábado, 29 de agosto de 2020

IMAGINACIÓN. UN POEMA PARA UN PEQUEÑO LECTOR.


 

Imagina una avecilla endulzada
por el néctar de una flor.

Imagina las nubes ligeras,
de tú a tú, jugando con la cúpula azul.

Imagina que llueven
sobre el verde prado
brillantes plumas
de pichón.

Imagina que el mundo
es un sueño,
donde todo es posible,
donde el hombre construye
no para el dolor,
no con malla
de trinchera,
sino desnudo
y sin temer al sol.

Imagina y serás un
almendro en flor.

viernes, 28 de agosto de 2020

DESPRÉS.




No serà falaguer, l'estiu, i la tardor
-saps prou com l'estimàvem-
serà potser en excés melangiosa.
Quan s'escurcin els dies te'm faràs més
present,
perquè el silenci fa més densos
els records, i més íntim el temps
que ens és donat per viure'ls.
A ulls clucs et veuré: tot serà tu
per la cambra, pels llibres, en la fosca.
Després passaran anys i esdevindràs
translúcida
i a través teu estimaré el futur
potser sense pensar-te ni sentir-te.
Arribaràs a ser una part tan íntima
de mi mateix, que al capdavall la mort
se t'endurà de nou quan se m'endugui.

domingo, 23 de agosto de 2020

EL DESEO INMERSO.






 Ilustración autor desconocido.

Las tardes de por sí aquietadas de los domingos, amordazadas además por el calor de agosto, las esquivábamos en el remanso grande del río. Allí los chicos, entre los que no estaba bien visto tomar el sol tumbado en la toalla, nos retábamos para ser los primeros en sacar del agua cualquier cosa que las muchachas lanzaran y se hundiese: unas llaves, un collar, un brazalete. Al competir él y yo, como líderes en continua rivalidad, siempre proponíamos complicar el juego, de forma que tuviéramos que coger la presa sin manos y sacarla entre los dientes. Han pasado muchos años y, aunque jamás hemos hablado de ello, sé, sabíamos ambos, que era una manera de, en el fondo, comernos las bocas durante la refriega, sin que nadie lo sospechara en la superficie.