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domingo, 30 de octubre de 2022

VOCES.

 
 
Sola no estás.
No es cuestión de palabras,
es un rumor de fondo
queriendo aparecer.
Se entrecruzan las voces
como peces revueltos
dentro del pecho. Duelen,
hacen daño.
Fuera cantan los pájaros
y tú cierras los ojos.
Engaña la quietud del momento.
Pero a ti no te ciega
esta postal de vida retirada.
Sola no estás, el pensamiento
no deja de latir, da golpes, bulle,
igual que si la tierra se moviera.
Tú eres la tierra que se mueve,
que tiembla con el fuego de otra música.
No estás sola.
El río de la historia sobreviene.
un murmullo se acerca.
Has de saber qué dicen esas voces
que ya no se conforman,
mujeres que callaron tanto tiempo,
razones que traen luz:
para nunca estar solas.
 

viernes, 5 de julio de 2019

AQUEL CALOR.


 



Si esta noche la sombra

cayó sobre la sombra,

y el silencio su sello puso

sobre labios ya mudos,

qué puede sorprenderte.



Si aquel calor es una historia antigua

y sus cenizas las esparce el viento.



Qué puede sorprenderte,

si ya tanto llovió sobre mojado.

sábado, 13 de abril de 2019

PLANCHANDO LAS CAMISAS DEL INVIERNO.


 

Cuando la primavera dio su tercer aviso,
ya en junio.
Cuando los días se volvieron
definitivamente azules
y la luz dulce se expandió
interminable
como las margaritas del jardín,
salpicando en el césped las manchas
amarillas y blancas de su vestido limpio.

Cuando la primavera vino para quedarse
y la sierra se desnudó a lo lejos,
ella
estaba en el salón, abierta la ventana,
respirando cierta tristeza,
como quien gana y pierde al mismo tiempo,
viendo brillar la tarde, al paso de los años,
antes de que el verano nos aplaste,
suavemente estirando las arrugas
del corazón,
planchando las camisas del invierno.

viernes, 24 de noviembre de 2017

BUENAS NOCHES, TRISTEZA.







La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.

No sé por qué agradezco todavía
el beso frío de la calle
esta noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.

Pero acaso me calma una tibia tristeza
que ya no me apetece combatir.

Todo sucede lejos o se apaga
como los pasos que no doy.

La vida siempre acaba mal.
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que termina?