El árbol que se cae no existe porque suene
ni se caiga
y da igual quién lo escucha.
El árbol que se cae existe porque el bosque,
existe por raíces
y por aves.
Las complejas urdimbres de sus nidos
revocan el teorema
de lo impar.
No es posible
ser una: nacemos ya
de un nudo.
Blando amarre entre rocas.
Llegamos como después crecemos
y morimos: de la mano de alguien, con alguien
entre manos.
La isla, por ejemplo, es con el mar.
La isla es con el sol y el viento y la palmera.
La isla es la promesa de un velero o el horizonte firme.
No es posible se una.
Una mismo, con suerte. Pero nunca
una sola.
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