Toma
en tu mano esta fruta delicada.
Percibe
su fragancia. Olvida tus anhelos.
Por
ambos lados se sonroja, como una joven
Al
primer roce de mi mano en su pecho.
Es
una huérfana sin padre ni hermana,
Y
lejos de su hogar frondoso.
Cuando
pendía del tallo, sus compañeras sentían celos,
Envidiaban
su viaje y gritaron:
¡Saluda
a tu dueño, Isaac!
¡Qué
afortunada eres al ser besada por sus labios!
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