La novela está compuesta por veinte capítulos que, como
fragmentos de un espejo roto, cuentan las historias individuales de los
habitantes de Belfondo al mismo tiempo que crean una imagen sólida y compacta
de la vida en el pueblo. Los diferentes personajes se entrecruzan, en mayor o
menor medida, en las diferentes historias, y terminan reuniéndose en el
capítulo o historia final. En Belfondo cabe de todo: desde amores prohibidos o
inconfesados, pequeñas y ridículas venganzas y abusos terribles, hasta trabajos
de lo más curiosos.
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Complejo es el mundo en el que
vivimos y nos criamos, deseando siempre escapar hacia la maravilla desconocida,
dejar atrás aquello que avergüenza y estrangula los deseos de nuestros sueños,
las verdades ocultas, apagadas, ponzoñosas de haber sido siempre referidas como
si fueran enfermedades y pestilentes, alejada y oculta y silenciosa la verdad,
sobre todo para uno mismo cuando aquella verdad, no depende de otros.
Hay algo maravilloso en este
Belfondo y es su fuerza, la desfachatez de la juventud de su autora, que pone
toda la carne en el asador en su primera novela. Jenn Díaz, es poseedora de una prosa sencilla y rápida,
que bebe de lo poético y se adapta a la cotidianidad del lenguaje de los
habitantes de esta colonia fabril que es el Belfondo del título. Es ésta una
novela que se devora, un debut cargado de buenos propósitos, una carta de
presentación que augura un futuro prometedor a su autora.
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