El cielo despejado,
a ráfagas tu nombre acude a mi presente
como un deslizamiento sobre el móvil inmóvil,
¿dónde podría llamarte, qué extraña dimensión
qué galaxia lejana, qué habitación de al lado
como dijo e de Hipona...?
Con desgana leo prensa mientras tomo un café
desalentado y triste, igual que las noticias
que no ofrecen estímulos: problemas y catástrofes
parecen insoluble. Prosiguen mientras tanto
cotidianos afanes, la plaza aletargada
bajo la imagen fija de la torre
centra la plenitud del infortunio.
Me traiciona el reflejo, iba a mandarte
un beso por wasap y me detuve allí,
donde imagino no existirá el reloj
ni la tecnología, o tal vez sí, quién sabe.
He mirado este cielo color moho
mientras la luz difusa me devuelve
hacia la aceptación de lo real.
El hielo de la nada se disuelve
sobre el café como un azucarillo.
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