Crea cada uno de tus poemas como si fuera el último.
En este siglo saturado de estroncio,
lleno de terrorismo,
en el que todo ha echado a volar con velocidad supersónica
la muerte viene aún más rápida.
Manda cada una de tus palabras
como si fuera la última carta antes de la ejecución,
como un mensaje en el muro de la prisión.
No tienes derecho a los juegos infantiles.
Simplemente no tienes tiempo para corregir tus errores.
Escribe cada uno de tus poemas,
lacónicos y despiadados,
con sangre, como una despedida.
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