jueves, 4 de octubre de 2012

PAPIROS DE OTOÑO.


Perdóname, Otoño, por no haberme detenido hasta hoy a darte la bienvenida que mereces. Reinas sobre un viento tibio que traes contigo la promesa de la lluvia contra el rostro  que movía a las mujeres a abrazarse a sí mismas, a estrecharte en realidad  junto a su seno. Qué hermoso esta todo bajo la sombra de tu compás inicial, como la alegoría de una decadencia detenida en el crítico punto de tu belleza. Qué alegría el descubrir de nuevo que permanece en ti intacta, como nueva, la melodía de la serena seducción que para mí te envuelve. Una belleza frágil, sí, que  cada año retorna, que con el Tiempo no caduca, por más que se construya sobre la estela misma de la caducidad del verano. Aleteas, Otoño, en las ramas peladas y altas de los árboles, en sus cortezas cuarteadas, vives en los bosques y en los parques, desciendes a ellos desde el cielo azul vertiginoso para investirlos de tus ropajes ocres, para alfombrarlos de las anchas hojas que son tu divisa y quizás tus mismas manos amarillentas. Susurran las hojas al descender suavemente desde los árboles, como balanceándose al compás de una música sinfónica que te fuera propia y solo tuya, Otoño, como si fuera el susurro el dialecto que tú hablas y al que a todos nos invitas, tras el vocinglero verano. Invitas al paseo en paz, invitas a la contemplación y al sosiego, nos convocas como cada año al espectáculo callado de la mano del oro viejo que le das a todo. Haces de la Naturaleza, otoño, un libro amarilleado por los ecos del verano y por los dedos del Tiempo en sus bordes que es una delicia contemplar. 
Un homenaje a tu bella poesía.


Ilustración Igor Oleynikov.

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.


CANCIÓN DE OTOÑO - PAUL VERLAINE.

Ilustración David Lance Goines.

Los largos sollozos
De los violines
Del otoño
Hieren mi corazón
Con monótona
Languidez

Todo sofocante
Y pálido, cuando
Suena la hora,
Yo me acuerdo
De los días de antes
Y lloro

Y me voy
Con el viento malvado
Que me lleva
De acá para allá,
Igual que a la
Hoja muerta.


OTOÑO - CLARIBEL ALEGRÍA.

Ilustración Mercedes de la Jara. 

Has entrado al otoño
me dijiste
y me sentí temblar
hoja encendida
que se aferra a su tallo
que se obstina
que es párpado amarillo
y luz de vela

danza de vida
y muerte
claridad suspendida
en el eterno instante
del presente.


OTOÑO – BLAS DE OTERO.

Ilustración Timothy Karpinski.

Sol de otoño,
última maravilla
de amarillas frondas,
tardes como páginas,
llanto con causa, casa
sin dintel del pobre,
cae, derrámate, sol
de otoño, sobre este niño
apoyado en el quicio
de la desgracia.


TAN TAN – FEDERICO GARCIA LORCA.


 Tan, tan
¿quién es? 
El otoño otra vez.
¿Qué quiere el otoño?
El frescor de tu sien.
No te lo quiero dar.
Yo te lo quiero quitar.
Tan, tan
¿quién es? 
El otoño otra vez.


EL OTOÑO SE ACERCA - ÁNGEL GONZÁLEZ.


El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.

Y lo perdimos para siempre.






 

 
 


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