No
seré yo quien catalogue a Manuel Vicent —no tengo la edad ni el talante
suficiente e indispensable— pero es fácil darse cuenta, al leer cualquiera de
los libros de este novelista versátil y atrevido que estamos ante un grande. No
hay libro suyo que decepcione, ni que desmerezca. Su prosa no es de fuegos
artificiales, ni de arabescos imposibles, simplemente narra. Lo hace con la
pasmosa naturalidad de quien sabe que debe hacerlo.
Manuel
Vicent cuenta en esta novela una de las muchas caras de la Transición. Con
detalles desconocidos para el gran público, descubre algunos secretos bien
guardados de este periodo histórico. No se trata de una novela más sobre este
acontecimiento. El autor cuenta sirviéndose de los recursos de la literatura:
verdades desconocidas y decisivas, narradas desde dentro.
En su última novela, El azar de la mujer rubia,
vuelve a la Transición española, época que conoce muy bien, y hace un repaso de
la vida política en España desde el nacimiento de la democracia hasta 2008. Una
de las peculiaridades de la novela es el protagonismo de Adolfo Suárez y su
perspectiva de lo que sucedió, habiendo perdido ya la memoria. Lejos del género
histórico al uso, El azar de la mujer rubia hace literatura de hechos
fermentados. Suma, por tanto, memoria e imaginación, fórmula que a Manuel
Vicent le ha dado siempre muy buen resultado.
SINOPSIS:
Erase una vez un príncipe que partía ladrillos con la mano, un simpático
político de billar y una mujer rubia malherida. Con ellos la historia formó un
triángulo, dentro del cual echó los dados el azar, principio y final de este
relato. Final de los sesenta, vientos de cambio en España. Poco después de que
don Juan de Borbón viese entre raciones de calamares cómo su hijo juraba los
Principios del Movimiento, el Caudillo entró bajo palio y por su propio pie
hasta la tumba. Rajoy y Zapatero aún eran estudiantes. Aznar jugaba a
falangista. Tierno Galván, Felipe González y Carrillo pugnaban por salir de la
clandestinidad mientras nuestro triángulo se iba perfilando para encumbrar al
héroe de esta gesta. Y fue así como en el mes de julio de 1976 el rey nombró
presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, gracias a aquella chica rubia de la
que todo el mundo estaba enamorado. Solo que el héroe ya no puede recordarlo. Manuel
Vicent nos conduce de su mano a acompañar a Suárez a través del bosque lácteo
de su memoria, donde los personajes, reales o imaginados, deambulan como
espectros.
Reconstruyendo
con ingredientes literarios episodios históricos que fueron hitos sublimes o
ridículos de los años de democracia: el funeral de Franco, la legalización del
PCE, el golpe de estado de Tejero, la guerra sucia contra ETA durante el
Gobierno socialista, la boda de Ana Aznar en El Escorial, la foto de las Azores
o la caída de Lehman Brothers y el principio del fin que no tiene fin.
Una
novela ácida, que parece corroer la propia memoria, agujereando esos espacios
aún no tapados. No exenta de poesía, de una sonoridad
irresistible que te engancha desde el primer momento. Es una lectura muy
amena y de gran calidad. Escrita con una elegancia cadenciosa, el lector no
puede parar de leer.
Es
como un libro de “historia” con minúscula, pero permite pasar un buen rato, rememorar
hechos y personas ya casi olvidadas y entender mejor ese juego de azar que nos
ha conducido hasta nuestros días.
Una
obra crítica de lectura cómoda y fina acidez irónica. Libro agudo, ameno, que se
lee de un sorbo. Muy recomendable para todas las gentes pero especialmente,
para los jóvenes, que comprenderán una
época no tan desligada de su tiempo, ni tan inmemorial de su país.
Ja veig que t'ha agradat! A mi m'agraden més les seues columnes periodístiques, però aquest llibre m'ha encantat.
ResponderEliminarUn saludet ;)
No m'ha defraudat és un bon llibre per a recordar una època no tan llunyana ni del nostre temps, ni de les nostres posteriors generacions.
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