Convendría
reinventarlo
de nuevo todo;
reinventar
la gramática y la historia,
reconstruir
la geografía,
cambiar
la Luna, conservar el Sol
para
no equivocarnos en los cambios
y
porque siempre es necesario
tener
un punto de partida.
Y
desde ahí,
desde
la desnudez que da la luz,
empezar
otra vez esta mentira.
Empezar
otra vez a ser los mismos,
inventarnos
palabras
para
tapar los gritos del silencio,
decir
amor
para
que el miedo no nos mate.
Y
llamar Luna a cualquier cosa que nos cuelguen del cielo
y
dé una luz escasa y mortecina.
Después:
contar la historia.
Y
empezar a pensar que convendría
reinventarlo
todo de nuevo.
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