sábado, 24 de agosto de 2013

EL CALOR.




Las cigarras cantan incansables al calor sofocante de una tarde de verano. El viento duerme la siesta hasta que el sol implacable se oculte en el horizonte y lo deje salir. En el jardín hay un grajo que con el pico y las alas abiertas, mira con tristeza el agua del estanque. 
La niña, observa en silencio al ave, expectante por ver cuánto tarda en lanzarse al agua para beber y refrescarse. Pasan los minutos y el grajo no se decide ni a lanzarse al agua, ni a beber. La niña, impaciente se vuelve hacia su abuelo e interrumpiéndole su lectura le pregunta:
- Abuelo ¿qué le sucede al pájaro que no bebe?
- Es un grajo, y los grajos no beben agua en verano – respondió el abuelo
- ¿Por qué, con el calor que hace? - preguntó la niña
- Te voy a contar la historia de por qué los grajos no beben agua en verano.

“ Noé, mandó salir a uno de los grajos que llevaba dentro del arca para que explorase el exterior y le dijera si ya era posible salir del arca. El grajo partió y no volvió. Noé, cansado de esperar, mandó esta vez a una paloma para la misma tarea. Pasadas unas horas volvió al arca y le dio la respuesta a Noé.
Dios, que todo lo ve, enfadado por la desobediencia del grajo, lo buscó y le dijo:
- ¿Por qué no has vuelto al arca de Noé, grajo?
El grajo no contestó.
- Mereces un castigo por tu desobediencia, así que elige entre ir sin plumas en invierno o no beber agua en verano.
El grajo escogió no beber agua en verano. ” 






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