domingo, 22 de febrero de 2015

EL LADÓN DE CEREZAS.






Una mañana temprano, mucho antes del canto del gallo,

me despertó un silbido y fui a la ventana.

En mi cerezo -el amanecer llenaba el jardín-

se sentaba un mozo con los pantalones remendados,

que recogía alegre mis cerezas. Al verme

me saludó con la cabeza. Con una y otra mano

pasaba las cerezas de las ramas a sus bolsillos.

Aún mucho rato después, de nuevo en mi lecho,

escuchaba el silbido de su alegre cancioncilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario