Salen,
lentas
y oscuras,
vacilantes,
las
focas.
En
sus hocicos,
sendas,
variopintas
pelotas.
Con
torpe movimiento,
de
la una a la otra,
se
las pasan
y
nunca,
y
nunca se equivocan.
Suben
por la escalera,
se
saludan graciosas.
la
descienden de espaldas,
¡hasta
el agua, se arrojan!
Y
las pelotas,
siempre,
siempre,
siempre
en sus bocas…
Y
nunca,
nunca,
nunca
se
equivocan.
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