Llueve
porque te nombro y estoy triste,
porque
ando tu silencio recorriendo,
y
porque tanto mi esperanza insiste,
que
deshojada en agua voy muriendo.
La
lluvia es mi llamado que persiste
y
que afuera te aguarda, padeciendo,
mientras
por un camino que no existe
como
una despedida estás viniendo.
La
lluvia, fiel lamido, va a tu encuentro.
La
lluvia, perro gris que reconoce
tu
balada; la lluvia, mi recuerdo.
Iré
a estrechar tu ausencia lluvia adentro,
a
recibir tu olvido en largo roce:
Que
mi sangre no sepa que te pierdo.
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