(un
beso robado en una
esquina
y uno
en
la barra
de
un bar los besos
prolongándose
en la esquina
—
y fueron cien y mil y otros cien
y
uno más que borrara
toda
duda no hay duda
que
resista a esa lluvia
las
dudas
nunca
se cristalizan
hay
sólo certezas
en
esa pausa nuestras falsas
certezas
cristalinas
robándome
a mí,
robándome
en la esquina,
abriendo
ésta página;
éste
silencio
blanco
perturbado
por negros
signos
de
interrogación
¿Adónde
el olor a ropa
limpia,
humo y perfume?
¿Adónde
nuestros nombres,
jeroglifos,
inscripciones
grafitos?
en esa esquina
eterna
las letras
se
reordenan las letras son
réplicas
iniciales en una cama
mojada
en
éste mundo.
¿Cómo
cerrar el cajón
de
este paréntesis?
Hay
sólo un
modo,
y es así: )
Un
paréntesis que no se cierra
es
una herida abierta
siempre,
siempre
algo
como
escribo
en
cada lumbre tu nombre
algo
como
sin
ti
quedaron
vacías mis manos
(un
perfil enviado desde lejos:
un
paréntesis todavía por cerrar.)
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