No
es la esperanza, no. Sólo es la espera
lo
que fijo me tiene a tu querencia.
tu
palpable regreso a mí, evidencia
una
ignorada ansia pasajera.
Si
mucho es esperarte, aún más fuera
esperanzarte.
Ciega mi impotencia,
no
sabe de accidentes ni de esencia.
De
ahí, el querer, quizás lo que no quiera.
Para
esperarte tengo el sentimiento.
Esperanzado,
nada tengo. Un viento,
acaso,
que me enlaza a lo lejano.
La
esperanza es un premio gratuito
a
la espera; un don casi infinito
por
un merecimiento casi humano.
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