Por
qué esta sensación de ir a buscarte
hacia
donde por mucho que vuele
no
he de hallarte.
Qué
terror sin tiempo ahora me impele
a
por sobre tanto terror siempre evocarte.
No
ha de encontrar sosiego nuestra pena
(que
hallarlo sería comenzar otra condena)
y
por lo mismo jamás cesaré de contemplarte.
Luna,
una vez más aquí estoy detenido
en
la encrucijada de múltiples espantos.
El
pasado es todo lo perdido
y
si del presente me levanto
es
para ver que estoy herido
(y
de muerte)
porque
ya el futuro lo he vivido.
Ésa,
indiscutiblemente, ésa es la suerte
que
por venir del infierno arrostro.
Extraña
amante,
sólo
me queda contemplar tu rostro
(que
es el mío)
porque
tú y yo somos un río
que
recorre un páramo incesante,
circular
e infinito:
un
solo grito.
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