Amarme
sin zapatos
significa
amar mis piernas largas y bronceadas,
queridas
mías, buenas como cucharas;
y
mis pies, estos dos chicos
que
se escaparon a jugar desnudos. Intrincados nudos,
mis
dedos. Libres ya de sujeción.
Y
todavía más, miren las uñas y
cada
una de las diez etapas, tubérculo a tubérculo.
Vehementes
y alocados, todos ellos, este cerdito
fue
al mercado y este otro se
quedó.
Largas piernas bronceadas, y largos y bronceados dedos.
Más
arriba, cariño, la mujer
confiesa
sus secretos, pequeñas casas
y
pequeñas lenguas que te lo cuentan todo.
No
hay nadie más que tú y yo
en
esta casa de la península.
El
mar lleva un cencerro en el ombligo
y
yo soy tu sirvienta descalza
por
una semana entera. ¿Quieres un poco de salame?
No.
¿Quieres un whisky, a lo mejor?
Tampoco.
Tú no eres de beber. Tú
me
bebes a mí. Las gaviotas persiguen a los peces
gritando
como chicos de tres años.
Las
olas son narcóticas, me llaman
Yo
soy, yo soy, yo soy
toda
la noche. Descalza
te
camino por la espalda.
A
la mañana corro por la cabaña,
de
una puerta a otra, jugando a perseguirnos.
Ahora
me agarras por los tobillos.
Ahora
vas trepando por mis piernas
hasta
que atraviesas la marca de mi anhelo.
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