Todo
lo que pudo ser, aunque haya sido,
jamás
ha sido como fue soñado.
El
dios de la miseria se ha encargado
de
darle a la realidad otro sentido.
Otro
sentido, nunca presentido,
cubre
hasta el deseo realizado;
de
modo que el placer aun disfrutado
jamás
podrá igualar al inventado.
Cuando
tu sueño se haya realizado
(difícil,
muy difícil cometido)
no
habrá la sensación de haber triunfado,
más
bien queda en el cerebro fatigado
la
oscura intuición de haber vivido
bajo
perenne estafa sometido.
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