Jaque
a la novela histórica. “El tablero de la
reina” de Luis Zueco.
SINOPSIS: Año 1468. Castilla se
encuentra en un momento crucial de su historia. Alfonso de Trastámara ha muerto
en sospechosas circunstancias y Enrique IV se alza como rey, obligando a su
hermanastra Isabel, la única que podría oponerse a sus planes, a firmar la paz.
Ella acepta, pues está destinada a convertirse en Isabel la Católica y sabe que
las grandes partidas no se ganan en el primer movimiento.Mientras los asuntos de
la corte mantienen al reino en vilo, el misterioso asesinato de un noble une
fortuitamente a Gadea, una joven apasionada del ajedrez que esconde un oscuro
pasado, y a Ruy, un cronista amante de la historia y los libros. La peligrosa
carrera a contrarreloj de ambos para descubrir al culpable se entrelaza con las
conspiraciones y las guerras de la Corte de Isabel, quien bajo su mandato supo
moverse como una maestra en el tablero y transformó para siempre la figura de
la reina en el ajedrez.
Luis
Zueco ha llegado al olimpo de la novela histórica española. Y con cada paso que
da parece reafirmarlo.
El
escritor os regala una historia trufada de sutiles dosis de misterio y
aventuras, con la que volveréis a viajar hasta le Edad Media, a ritmo de
thriller, que engarza dos brillantes elementos novelescos coetáneos en fechas,
más concreto hasta la mitad del S. XV, y cercanos geográficamente como la
evolución del ajedrez y el ascenso al trono de Isabel de Castilla. Tan fácil y
tan difícil.
A
través de la penurias y aventuras de sus dos protagonistas en Toledo, en la
primavera de 1647. Gadea es una joven conversa que, una semana antes de su
boda, pierde a toda su familia y debe huir de la ciudad para salvar la vida.
Los avatares del destino la llevan hasta tierras gallegas, donde conoce a un
fraile ermita experto en ajedrez que le enseña los secretos de este juego de
reyes. El misterioso asesinato de un noble unirá fortuitamente su destino con
el de Ruy, un cronista amante de la historia que sobrevive localizando libros
raros y lujosos por encargo de nobles y ricos comerciantes. Juntos se
embarcarán en una arriesgada aventura que pondrá en peligro sus vidas. Zueco
propone un juego literario, como a él le gusta, original y arriesgado. Un
mestizaje cautivador para el lector.
La
novela traslada el lector a una Castilla convulsa. Esta vez a un momento
crucial para la corona, la disputa por el trono entre Enrique de Trastámara y
su hermanastra Isabel, futura Isabel la Católica. Paralelamente a este
escenario aparece el ajedrez como metáfora entre el juego y las intrigas
políticas.
Transformador,
transgresor con el género. Obsesivo en la búsqueda de historias originales,
buen conocedor del género literario y de la materia prima de la que bebe, Zueco
absorbe los tópicos de la novela histórica clásica y los transgrede y manipula
cuando considera.
No
es la primera vez que el escritor recurre a un tema que toma como eje
principal, ha ocurrido con las primeras ciudades, los libros, las bibliotecas,
ahora le toca el turno al juego de ajedrez. Esta tiene un doble significado en
la novela, por un lado, es el juego en sí, por otro, lo ha considerado una
metáfora y un símbolo para combinar las reglas del juego político. Estas dos
tramas se entrelazan de manera constante hasta que ambas colisionan ante el
auténtico motor del argumento.
La
novela habla de cómo se puede modificar visiones políticas y sociales a través
de algo tan sutil como los libros y un juego. De cómo elementos tan minios
pueden provocar un giro en el mundo, y el propio autor parece convertir a la
novela en un mecanismo de la historia que cuenta. En esta novela ha hecho un
puro encaje bolillos entre el ajedrez y los hechos que sucedieron en Castilla
en el S. XV, creando un paralelismo fascinante con la voz propia y reconocible
del autor.
De
la mano de un narrador omnisciente que asume la voz del relato en tiempo
presente, con una prosa efectista a golpe de capítulos cortos y una cadencia
sosegada que se intensifica conforme avanzáis con la lectura con una narración
objetiva y esencial. Una aventura que os llevará a recorrer diferentes ciudades
como Valencia, Toledo, Sevilla, Segovia o Madrid, entre conspiraciones y
guerras internas que desangran un reino empeñado en despedazarse.
Todos
esos elementos narrativos los ha mezclado con acierto en una coctelera para
armar perfectamente el entorno en el que se mueven los personajes.
Como
ocurre en todas sus novelas, puede decirse que “El tablero de la reina” es una novela coral en la que se mezclan
los personajes ficticios con los reales. Luis Zueco es hábil a la hora de
unirlos. El lector no distingue al real del ficticio porque ambos tienen el
mismo peso en la trama. Es uno de los puntos fuertes del estilo narrativo del
autor y una de las cosas a destacar ya que es el tema vertebrador sobre el que
orbita buena parte de la historia.
Las
mujeres protagonistas en “El tablero de
la reina” no son etéreas damiselas. Gadea es joven, pero tiene una gran
inteligencia y es una maestra jugando al ajedrez. Isabel de Castilla tiene las
ideas claras y no va dejar que nadie se interponga en su camino. Y Beatriz
Galindo, la latina, maestra de latín de Isabel, es culta y decidida. Son
mujeres fuertes, que no se dejan amedrentar y que luchan por lo que quieren,
aunque, quizás, sus personalidades y sus certezas sean demasiado “modernas”
para los amantes más académicos del género histórico.
Los
personajes masculinos tienen su importancia y son el complemento a los
femeninos. Destaca Ruy, historiador, él muestra el lado cultural de la época:
los libros, las crónicas y las bibliotecas. Entre otros descubriréis a Don
Braulio, el monje de la cueca, el fraile de Sevilla, Lambert Palmart, Tello. Un
personaje a tener en cuenta es el célebre escritor Jorge Manrique, cuyo padre
aún está vivo, - dejo constancia por las famosas coplas-.
Una
vez más, se pone de relieve una ardua labor de documentación materializada en
la sorprendente ambientación de los distintos escenarios, entre ellos, la
recreación vivida y colorida como el Madrid S. XV.
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