Echas de menos antiguos veranos (y no siempre tan antiguos) porque la vida no cumple, en general, o porque tu presente es más gris, sea temporalmente , de lo que esperabas y envidias la juventud del gozo. Pero te queda la vida de las palabras que se hacen múltiples imágenes… El poeta italiano Sandro Penna, espléndido, escribió: “e questa festa di parole in me” (Y esta fiesta en mi con las palabras…) Y un autor francés dijo: “Un ange passe chaque jour/ pendant des courtes vacances” (Cada día pasa un ángel, durante las breves vacaciones) Está bien. Pero me gusta esta copla del libro inédito de Anibal Turena, “Coral de carne”: “Siempre aparece un ángel/ en los días del verano./ Fulge la sensualidad/ y todo, todo es dorado.” O esta más profunda: “DESNUDO ERES UN RÍO./ TUMBADO ERES LA LAVA./ YO TE QUIERO AGUA Y FUEGO/ REBUSCANDO ENTRE MI ALMA.” Ah, el verano, tan fungible, tan inesperado, tan silvestre, tan extraño...
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