A
la sombra de la luna,
se
encuentra dormida mi alma.
El
faro de Camarinal la ilumina,
y
le guían los acantilados.
El
sol cae sobre ella, como un racimo de uva,
y
la arena de su cala lo absorbe,
arrancándola
de su letargo.
¡Oh,
alma dulce! ¡Oh, alma salada!
Carola
de mis mares,
mis
luces y sombras.
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