domingo, 15 de mayo de 2016

LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER. Svetlana Alexiévich.



Svetlana Alexiévich, es la ganadora del último premio Nobel de literatura, afirma que: “me duele la humanidad, siempre me ha dolido”. Nos presenta una guerra dentro de otra guerra: la de la feminidad del Siglo XX aparcada en pos de la victoria soviética. La otra guerra, la de las mujeres. Porque a la autora no le interesan las grandes batallas que recogen los libros de historia, no le interesa lo que se ha contado miles de veces; si no lo que durante décadas se ha callado.
En un fragmento de un poema de Gelman afirma que “en la memoria hay palabras que no se pueden decir. Duran y hacen mal y hacen bien, como un caballo loco.” Sin duda las palabras siempre son armas de doble filo: pueden herirnos a muerte o hacernos surgir de las cenizas.

SINOPSIS: «Soy historiadora de almas [...]. Por un lado, estudio a la persona concreta que ha vivido en una época concreta y ha participado en unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir en esa persona al ser humano eterno. La vibración de eternidad. Lo que en él hay de inmutable.»  Svetlana Alexiévich.
Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada. Este libro reúne los recuerdos de cientos de ellas, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña. Su historia no es una historia de la guerra, ni de los combates, es la historia de hombres y mujeres en guerra.
¿Qué les ocurrió? ¿Cómo les transformó? ¿De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a matar? Estas mujeres, la mayoría por primera vez en sus vidas, cuentan la parte no heroica de la guerra, a menudo ausente de los relatos de los veteranos. Hablan de la suciedad y del frío, del hambre y de la violencia sexual, de la angustia y de la sombra omnipresente de la muerte. Alexiévich deja que sus voces resuenen en este libro estremecedor, que pudo reescribir en 2002 para introducir los fragmentos tachados por la censura y material que no se había atrevido a usar en la primera versión.

“La guerra no tiene rostro de mujer” es prácticamente una memoria sobre las mujeres de la Unión Soviética en el campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial. El libro se compone de microrelatos y pequeñas historias de aquellas mujeres que se jugaron la vida por su país pero que, nadie hasta ahora, se había acordado de ellas.

Su obra denuncia, desde las voces de las protagonistas, algunas de las crisis más importantes ocurridas en la Unión Soviética durante el Siglo XX. Svetlana Alixévich inventa un nuevo género literario donde el lector se topa con una verdad descarnada desde lo más profundo  del dolor del alma humana. Porque, según vas leyendo la historia, es fácil comprobar la riqueza expresiva de cada testimonio que se convierte en una pequeña joya con aportes ciertamente insólitos. Ya que, la mayoría de las veces destacan por su inocencia. En realidad, cada párrafo es un arranque de sinceridad que nos lleva al límite de la sensatez. Por fin, podemos vivir lo que ellas vivieron, ese grito de rabia y dolor que quedará registrado en cada uno de los testimonios.

Concretamente, este es el relato oral de las mujeres que pelearon contra los nazis por su patria. No cuentan la misma historia que los hombres porque, cada una de ellas, tiene algo muy particular: es su guerra.
Como mujeres tenían otros problemas, otras vivencias, incluso veían las cosas de otra manera.
Cada testimonio relata una guerra que decapita, que sangra, que amputa miembros, que viola y asesina, que llora ante la desesperanza de la barbarie. Pero lo peor de todo, muestra a las personas en sus manifestaciones más crueles e inhumanas.
En palabras de la autora, “la guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su luz y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana.” De ahí que, no escriba la historia de la guerra, si no la historia de los sentimientos.

En definitiva, cada una de las protagonistas del libro son mujeres heroínas, valientes, intrépidas, audaces; pero también lo contrario sufrían miedo, temor a perder la vida en situaciones difíciles, trágicas y dolorosas. A pesar de todo, supervivientes.  Y dentro de esa conmoción, había espacio para la solidaridad, el compañerismo, la compasión, la ternura, la caridad.
Al mismo tiempo, cada una de esas vidas, ha padecido el amor y el odio al arrebatarles seres queridos.
Todas estas vivencias contadas desde la memoria de los más íntimos de sus protagonistas, conforman una obra coral, cuyo resultado es una única historia. De su relato, se desprende una voz ligeramente distinta. Detrás de sus palabras solo queda única y simplemente el conflicto. Un enorme collage compuesto a veces por testimonios de párrafos o páginas y, en otras, de apenas unas líneas, donde ellas son las víctimas y las heroínas que necesitamos escuchar. Porque, no tenemos que olvidar, que cada una de esas mujeres se alistaron voluntariamente.

No cabe duda, que la autora, con una prosa limpia y sin artificios resuelve con brillantez unos monólogos que ha ido construyendo una cartografía riquísima sobre el papel. En cada uno de ellos compone un escrito tan abrumador, tan agotador, tan lastimero y vergonzante, pero a la vez tan humano. De la mano de Svetlana Alexiévich impregna todo el libro de una fuerza incuestionable, porque cumple con todo lo que una buena trama debe hacer: emocionar, marcar al lector, enseñar; y más aún con el incentivo de hacer justicia histórica. Hay que mencionar que, al terminar la guerra ellas tuvieron que callar sus miserias vividas.

Recomendar su lectura me parece una osadía por mi parte, pues como dijo Kafka: “este es un libro que merece nuestra atención, se nos clava como un hacha, resquebrajando lo que está congelado en nuestro cerebro y en nuestro espíritu.”
¿Están dispuestos a sufrir y a emocionarse al mismo tiempo? Al finalizar el libro, las voces de estas luchadoras resuenan en nuestra mente y nos enfrentan al pasado para poder comprender el presente. Sin olvido, por justicia. Con ese poso amargo en el estómago de quien se le ha narrado el horror desde una mirada diferente, cargada de connotaciones de ternura y de perplejidad.
Porque todas esas mujeres vivieron otra guerra. Otra victoria.




3 comentarios:

  1. Muy buena reseña, aun estoy por leer el de "Chernovil" que quiero leer, pues es un tema que siempre me ha interesado, por lo que cuentas también me tendré que animar con este. Gracias por la aportación.

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  2. Muy buena reseña, aun estoy por leer el de "Chernovil" que quiero leer, pues es un tema que siempre me ha interesado, por lo que cuentas también me tendré que animar con este. Gracias por la aportación.

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    1. El libro "Chernovil" no me lo he liedo. Pero éste te lo recomiendo. Aunque, hay páginas del libro que son duras y se te hace un nudo en la garganta pensando en lo que somos capaces de llegar los humanos.
      Gracias por tu comentario

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