miércoles, 21 de septiembre de 2016

DÍA DEL ALZHÉIMER.






Lola a veces deja de saber que es Lola. Su nombre. Por eso, quizá, le gusten tanto los globos. Llenos de aire revoloteando desordenado y sin cronología en su memoria, como en la suya los recuer­dos. A la deriva hasta que alguien los res­cate y sostenga y devuelva a cierta realidad. Los ve como ella, tan perdidos. Frágiles.



Lola a veces deja de saber que es Lola. Su nom­bre, su edad. Ese olvido. Lenta pérdida, lento despedirse, lento desaparecer. No poder mirar hacia atrás y temer mirar hacia adelante. ¿Y justo enfrente, justo ahora? ¿Justo cuando se deshace el hilo que la ata a la razón? ¿Justo cuando el vacío…? Un refugio. Su abuelo, y los globos. “Me gusta sentir la piel de mi abuelo y la mía cuando se juntan. Sobre todo desde que las palabras juegan al escondite conmigo”. Lola, anciana-niña.

Fragmentos del libro: "ME GUSTAN LOS GLOBOS."

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