viernes, 2 de septiembre de 2016

QUÉ CANTO SERÁ.





Me fui gateando por una nube,
por una nube color café.
Como las nubes se mueven solas,
llegué a la Isla de Chiloé.

Me gusta en la vida, florido el rosal,
sus bellas espinas no me han de clavar,
y si una me clava, ¿qué tanto será?

Pasé por Lota de amanecida
con los primeros rayos del sol.
Miré p’abajo, diviso Penco,
que relumbraba como un crisol.

Vaya paseo, señores míos,
el que en mi nube me regalé.
Seguí camino, diviso un piño,
desde mi nube lo saludé.

Vuela que vuela en mi dulce nube,
de repentito se me taimó,
sacó un taladro con muchas puntas,
y to’a entera se perforó.

Me faltó tino pa’ equilibrarme
cuando mi nube empezó a llover.
Me agarré firme de los hilitos,
y como gata me descolgué.

Caí en la copa de una patagua,
por su ramaje me deslicé.
Salté en un charco de agüita clara,
y con el fresco me desperté.

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