He sentido ganas de dormir y no despertar,
liberarme
así de un miedo atroz, interminable.
He deseado que mi mundo se apagara de golpe
para
acallar preguntas sin respuestas.
He visto como de golpe se escapaba el mañana
quedando
tan sólo un presente frío e incierto.
He llorado a escondidas mi desesperanza
incapaz
de hallar una razón para seguir luchando.
Me
he encontrado de puntillas al borde del abismo,
sintiendo
el frío aliento de la bestia en mi nuca.
Hasta que…
Unas
amorosas manos acariciaron mis dudas,
tornando
la incertidumbre en serena paz.
Hasta que…
El
inocente y cálido sonido de unas voces infantiles
removieron
las fuerzas que anidan en mi interior.
Hasta que…
La
dulce melodía del cariño llegó a mis oídos,
despertando
energías, espabilando razones.
Ahora…
Me
he mirado al espejo de la verdad con rabia
y
le he dicho adiós a las lágrimas desangeladas,
a
la tristeza, al desconsuelo, al sin vivir.
Ahora…
Van
quedando atrás los momentos oscuros, sombríos,
y
ante mí aparece la ilusión, la tranquilidad.
Ahora…
Sé
que aunque una rama del árbol se ha roto,
con
la savia de la voluntad haremos brotar mil más.
Ahora…
Quiero
saborear cada segundo de mi existencia
y
dormir, con ese regusto a la vida en el paladar.
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