Te
acompañaban siempre los violines.
Tus
poemas estaban en ti como los peces
en
el fondo de un río.
Eso
es lo que vi en ti:
peces
en el desierto,
música
amenazada.
Te
vi hacer bosques y subir montañas,
te
vi cavar abismos con tus manos.
No
supe dónde ibas.
Te
vi buscar la sombra entre la luz,
te
vi buscar la muerte entre la vida,
y
no pude entenderte.
Yo
no sé qué has ganado, pero sé qué has perdido:
tu
música,
tus
peces,
tus
montañas azules.
No
puede ser feliz quien entierra un tesoro.
No
puede ser feliz
quien
envenena el agua de su vida.
Poema del libro: "Un caso sencillo."
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