Conozco
perfectamente mi dolor:
viene
conmigo disfrazado en la sangre
y
se ha construido una risa especial
para
que no pregunten por su sombra.
Mi
dolor, ah, queridos,
mi
dolor, ah, querida,
mi
dolor, es capaz de inventaros un pájaro,
un
cubo de madera
de
esos donde los niños
le
adivinan un alma musical al alfabeto,
un
rincón entrañable
y
tibio como la geografía del vino
o
como la piel que me dejó las manos
sin
pronunciar el himno de tu ancha desnudez de mar
Mi
dolor tiene cara de rosa,
de
primavera personal que ha venido cantando.
Tras
ella esconde su violento cuchillo,
su
desatado tigre que me rompió las venas desde antes de nacer
y
que trazó los días
de
lluvia y de ceniza que mantengo.
Amo
profundamente mi dolor,
como
a un hijo malo.
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