No
he podido resistirme a leer la segunda novela de Jesús Carrasco. Tras el éxito
de “Intemperie”, su debut literario,
que fue comparada con la obra de Delibes. Reconocible dentro de la tradición
realista con especial atención al vocabulario rural. En sus dos novelas, su
éxito está basado en la combinación de una historia sencilla y muy potente con
un magistral uso de le lengua.
SINOPSIS: A comienzos del
siglo xx España ha sido anexionada al mayor imperio que Europa ha conocido.
Tras la pacificación, las élites militares eligen un pequeño pueblo de
Extremadura como gratificación para los mandos a cargo de la ocupación. Eva
Holman, esposa de uno de ellos, vive su idílico retiro en la paz de su
conciencia hasta que recibe la visita inesperada de un hombre que empezará
ocupando su propiedad y acabará por invadir su vida entera.
La
tierra que pisamos habla del modo en que nos relacionamos con la tierra; con el
lugar en el que nacemos pero también con el planeta que nos sostiene. Formas
que van desde el atroz mercantilismo que ejerce el poder hasta la emoción de un
hombre que cultiva a la sombra de una encina.
Y
entre esos dos extremos, la lucha de una mujer por encontrar el auténtico
sentido de su vida y del que su propia educación la ha desviado. Con la misma
riqueza y precisión con que escribió Intemperie, Jesús Carrasco indaga en esta
novela en la infinita capacidad de resistencia del ser humano, el
deslumbramiento de la empatía cuando el otro deja de ser un extraño a nuestros
ojos y la naturaleza de un amor más grande que nosotros. Una lectura
emocionante; un libro capaz de cambiarte.
Ya
sabemos que la fuerza del autor nace de su potente dominio del castellano, de
su lirismo cargado de imágenes poderosas. Por ello, creo que ha querido acudir
a una fuente que sabía inagotable para su arte personal: la barbarie humana, la
miseria del hombre en su estado más primitivo, la supervivencia.
La
novela se adentra en la búsqueda de las propias raíces, en la identidad
perdida, la relación con lo más básico que tenemos, lo que nos sostiene. “La tierra que pisamos” quería indagar
en la relación más emocional con la tierra. Para esto el recurso que ha
utilizado es el de tomar un personaje que esté muy vinculado a la tierra para,
a partir de ahí, despojar de todo e indagar sobre la capacidad de
reconstruirse. Todo ello se pone en danza en un escenario rural.
“La tierra que
pisamos”
es una historia atemporal que define valores universales y ataca a los
regímenes autoritarios. Sin duda, es una novela muy dura y arriesga, tremenda y
valiente que narra con crudeza y gran realismo las atrocidades cometidas por
aquellos gobiernos autoritarios, bárbaros y destructores de la humanidad de los
invadidos.
Con
respecto, a la primera parte del libro se centra más en destacar el nexo de
unión íntimo entre la tierra y el hombre y se crea un atractivo enigma en torno
a la figura de esos personajes bien perfilados. Sin embargo, se nota como una
transición un poco forzada hacia la segunda parte, en la que es inevitable
rememorar mientras se lee, hechos históricos como el nazismo, la Segunda Guerra
Mundial o la Guerra Civil española, concretamente la terrible matanza de
Badajoz y el tema pendiente de las fosas comunes en nuestro país.
Ahora
bien, en el mundo de los libros, se comenta en general, cuando la primera
novela es un gran éxito, la segunda suele ser más floja y la de Jesús Carrasco
no es una excepción.
Con
todo lo dicho anteriormente, a mi modo de ver, esta novela recuerda demasiado a
“Intemperie”. En cuanto a la voz
narrativa, es lenta, repetitiva, y a veces embarullada, hace una trama dura, que
comienza con cierta intriga y podría haber resultado interesante, decaiga hasta
resultar tediosa, monótona y poco creíble. A pesar de la calidad de la
escritura, en general la lectura, me ha resultado un tanto desganada. No es una
mala novela, con pretensiones, pero fallida y que arriesga poco.
Carrasco
consigue, igual que en su anterior novela, crear una novela muy rural y
trasmitir su olor y textura para valorar lo que pisamos. La tierra es nuestro
territorio y al igual que las personas necesita cuidados y mimos. De ahí la
interacción entre ambos es l trama de la obra. Lenta, sentida, profunda, como
ya esperamos de Carrasco.
Todo
parece previamente pensado y dirigido. El lector no descubre las cosas por si
mismo según suceden, un poco antes por la voluntad de la narradora.
El
escritor sevillano narra escenas de gran dureza, y nos hace reflexionar sobre
la humanidad de hombre -o inhumanidad-, pero también sobre cómo actuamos con
nuestro entorno, sobre todo con la naturaleza.
En
la que a cada paso encontramos frases contundentes y precisas con un rico
vocabulario y una prosa cargada de simbolismo y belleza poética. Todo ello
tejido con un lenguaje preciso, estético y exacto, con muchos blancos y
silencios, que inundan al lector. Dado que su autor utiliza los adjetivos sin
miedo a recargar la frase porque en su estilo parece haber cierta obsesión en
la construcción de escenas en el cerebro del lector. Esta profusión de
fotografías se ve perjudicada, en lugar de compensar, por cierta glotonería de
adjetivos muy precisos.
Con
todo, no es el problema el cansancio, el ritmo sosegado y adormecedor. Por
momentos me pareció carente de fuerza. Tal vez la narración sea demasiado
lineal, estática. Y eso hace que la novela no termine de funcionar, no agarre
al lector estrujándolo para mantenerlo pegado a sus páginas, a pesar de que
estas paseen paisajes hermosos y también duros que invitan a reflexionar.
Cuando
uno prepara la tierra para sembrar, lo primero que tiene que hacer es ararla,
pues eso hace Carrasco con los personajes, primero los presenta, simplemente
aparecen, luego poco a poco va preparando el terreno, y vamos conociendo más de
ellos, hasta acercárnoslos y hacer que se descubran ante el lector.
Los
personajes poseen gran fuerza, son intensos. Iosif, el esposo dependiente de
Eva, un ser cruel y perverso, símbolo del autoritarismo y la violencia desatada
se contrapone al sometimiento y la dejadez de Leva. Y en medio de ellos dos,
Eva, un personaje que va evolucionando a lo largo de la novela hasta ser
consciente de su culpa, de que está en deuda con el hombre que ha invadido su
alma. La historia que ella misma crea le devuelve la humanidad y la empatía que
estaban dormidas en lo más profundo de su ser.
Un
libro que como el anterior sirve para la meditación aunque no tanto para
compartir experiencias; pues hay cosas que pasan con su lectura, cómo provocar
sentimientos en el alma que son difícilmente trasportables al mundo de las
palabras.
Carrasco
no duda en relevar las contradicciones en las que todos nosotros estamos atrapados
con esta novela sobre la violencia y la comprensión, el duelo y la pérdida, la
memoria y la necesidad de recomponer un mundo hecho pedazos.
Por
mi parte, el ejercicio es decepcionante, como he comentado en el apartado
del argumento, no es una mala
novela pero arriesga poco. Aunque es evidente la calidad de la escritura,
despojada aquí del adorado léxico de “Intemperie”,
algo no ha terminado de ajustarse a su indudable talento. Quizás la voz en
primera persona de una narradora a medio camino de lo lírico y lo entrometido.
Quizá la exageración del tono siempre elevado con que narra un “horror” que a
pesar del hiperrealismo, termina volviéndose abstracto. Quizás porque sus
materiales daban para un relato más breve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario