Siempre
que dormíamos era invierno,
y
en el frío me enseñabas a volar
y
yo te echaba de menos.
Entonces
despertaba.
Y
te echaba
de
menos.
La
primavera no quiere
que
los amores de invierno terminen,
pero
el verano ha llegado
y
ha arrasado con todo.
Ahora
tú solo sabes hablar del sol,
te
haces un moño despeinado mientras bostezas,
te
pintas las uñas de los pies,
te
ríes mucho más que antes,
y,
mientras,
me
dejas de querer.
Ahora
yo me vuelvo a refugiar en los poemas
y
escribo sobre febrero,
echo
de menos la lluvia
y
el sabor de tu jersey,
y,
mientras,
te
quiero más que ayer.
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