Este
soy yo: al fin palabra sola,
ni
espada, ni lujuria, ni dinero;
acaso
un viejo andar de jardinero
dividido
entre luna y amapola.
Tiempo
quise guardar; no tiempo llano,
tiempo
de no morir, secreto y fino,
y
en las mínimas piedras del camino
halló
suaves milenios cada mano.
Arbol
quise tener, árbol sapiente,
laurel
de sombra, condolido abrazo,
y
en el agua pequeña de mi vaso
cupo
el árbol total de la corriente.
Oro
que viste, último viajero,
brillando
en lentejuelas de bonanza,
oro
no fue. Oh trémula esperanza
renacida
en penumbras de romero.
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