Bocarriba,
sobre la cama, con el pecho subiendo y bajando y acelerado por la excitación,
Cris me devuelve la mirada. Creo que soy la única persona que lo llama así.
Creo que soy la única persona a la que él mira así.
Abrumado
por la intensidad de sus ojos, mi mirada se desliza por su mandíbula, por sus
clavículas, por su abdomen musculado. Su cuerpo desnudo, bronceado, es un
placer prohibido, un placer secreto que arde cuando lo toco. Observo la marca
de mis dientes junto a su ingle, un mordisco reciente.
La
temperatura parece subir varios grados de repente y necesito ponerme en pie
para que me dé el aire. Voy a recoger mis calzoncillos del suelo, pero Cris me
detiene.
—No
te pongas nada —me pide—. Me gusta verte desnudo.
Yo
sonrío con picardía y camino hasta la ventana. Allí fuera, los periodistas
deportivos dirigen sus cámaras a la habitación del último piso, la gran suite
del hotel. Ninguno se da cuenta de que las caras famosas que buscan se ocultan
en una de las habitaciones de los pisos bajos, por cuya ventana me asomo con
prudencia.
Absorto
en mis pensamientos, no me he dado cuenta de que Cris se ha levantado. El
contacto de sus dedos en mis hombros me estremece, asusta y excita. ¿Qué
pensarían todos ellos si supieran lo que ocurre entre el jugador estrella y el
portero del equipo contrario? Cris despeja mi cabeza de dudas. No necesita
palabras cuando pega su cuerpo al mío, cuando posa sus labios primero en mi
cuello y luego en mi boca. Su lengua busca un hueco en mis defensas, como él la
busca en los partidos.
—Mañana
no pienso ponértelo fácil —le digo girándome para enfrentarlo. Su cuerpo sigue
tan pegado al mío que mi incipiente erección apenas tiene espacio para crecer
entre nosotros.
—Eso
mañana, hoy no vas a parar ni un penalti.
AUTOR: Rafa de la Rosa.
Un relato original, elegante y sorprendente. Muy digno. Enhorabuena al autor.
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