Me
despojas de todo, permitiendo
que
yo mismo contemple esas cenizas.
No
me hieres, me robas. ¿Eternizas
todo
aquello que matas? No te entiendo
todavía,
¡mi extraño!, mas creyendo
estoy
en esa fuerza que deslizas.
¿Por
qué, despojador, me tiranizas
atándome
al vivir que voy perdiendo?
No
me matas, me muero, me devoro
con
mi propio existir. Y cuán esquivo
te
siento a mi dolor. ¡Cómo te alejas!
Me
arrancaste mi llanto, y ya no lloro;
me
arrancaste mi vida, y ya no vivo;
si
el morir me arrebatas ¿qué me dejas?
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