Cada
libro que escribo
me
envejece,
me
vuelve un descreído.
Escribo
en contra
de
mis pensamientos
y
en contra del ruido
de
mis hábitos.
Con
cada libro
pago
un viaje
que
no hice.
En
cada página que acabo
cumplo
con un acuerdo,
me
digo adiós
desde
lo más recóndito,
pero
sin alcanzar a ir muy lejos.
Escribo
para no quedar
en
medio de mi carne,
para
que no me tiente el centro,
para
rodear y resistir,
escribo
para hacerme a un lado,
pero
sin alcanzar a desprenderme.
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