Cogemos
las canciones
de
tu cansado y derretido corazón,
y
bajo el denso mar de las tinieblas,
con
amorosa luz,
holocaustos
e inciensos, las amasamos.
Insuflamos
en ellas la fuerza del pedernal y de la roca,
y
luego las tornamos a tu límpido y puro corazón,
¡oh,
pueblo combatiente y pacientero!
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