Qué
fácil es el arte de la pérdida.
Tantas
cosas parecen empeñadas
en
perderse que ya no hay más tragedia.
Pierde
algo cada día. En calma acepta
llaves
perdidas, horas malgastadas.
Qué
fácil es el arte de la pérdida.
Luego
ensaya perder más, con presteza:
sitios,
nombres, y a dónde te llevaba
tu
viaje. No será mayor tragedia.
Perdí
el reloj de mi mamá… ¡Y observa!
se
fue la última casa que adoraba.
Qué
fácil es el arte de la pérdida.
Perdí
un par de ciudades tan espléndidas…
tierras,
dos ríos, reinos que guardaba.
Los
extraño, aunque no fue una tragedia.
—Aun
si te pierdo (grácil voz, manera
que
amo), no habré mentido. Hablo confiada:
Qué
fácil es el arte de la pérdida
aunque
parezca (¡Escríbelo!) tragedia.
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