No
nos mata la luz.
Nuestro
pasado es la selva;
la
oscuridad
como
una fruta que explota
mientras
corremos por el cine
entre
cuerpos inquietos.
Un
tiempo espeso
que
se pega a los dedos
y
se clava en los dientes.
Nuestro
pasado
es
la sombra de una casa
que
cada noche
soñamos
demoler hasta los cimientos.
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