Máximo
Huertas regresa con su octava novela, “Con
el amor bastaba”, una historia que nos habla de la importancia de ser feliz
y de aceptar la diferencia, ya que todos de alguna manera somos únicos y
especiales.
Es
un relato de iniciación en el amor, el sexo
y la soledad con aspecto de fábula.
SINOPSIS: Una novela que nos da una
gran lección de vida. Una sacudida en el corazón de los lectores.
Ícaro
vive con resignación la decadencia del matrimonio de sus padres, la angustia de
su madre por el futuro que tendrán que afrontar solos, la confusión de su
padre, la inquietud de toda la familia. Pero, mientras el niño despierta a la
sexualidad gracias a la complicidad de un compañero de colegio, un día también
descubre con asombro que tiene un don, es capaz de volar. Esto lo convierte en
una persona admirada por sus vecinos, pero también en alguien diferente. En
mitad de sus revueltas, los padres quieren protegerle, pero lo único que él
necesita es comprensión, aceptación y cariño para completar su educación
emocional y encarar el angosto pasadizo que nos conduce de la adolescencia a la
madurez.
Con
el amor bastaba es una emocionante novela que pone el foco en la única vía de
salvación frente a los desencuentros, frente a las diferencias: el amor.
El
escritor vuelve a regalar una historia llena de emotividad y sensibilidad, que se cuela muy dentro para
haceros sentir lo mismo que su joven protagonista. Ha querido jugar con la
mitología griega, recreando en el protagonista la historia del vuelo de Ícaro.
Elio
Ícaro es un niño al que la naturaleza le ha dado el poder o la habilidad de
volar. Algo que él entenderá como una maldición durante su infancia, ya que su
intención es “ser normal”, como el resto de los niños. Una lucha interna con la
que tendrá que lidiar a la misma vez que la complicada situación que se vive en
su casa. El hogar y la familia que convivía cambiarán drásticamente de un día
para otro, lo que le hará ver el mundo que lo rodea, de una manera diferente
desde ese momento. Se ve obligado, de manera inconsciente, a crecer y a
soportar sobre sus espaldas unos acontecimientos y a descubrir unas emociones
más propias de los adultos que de su adolescencia.
La
rareza del protagonista sirve de punto de apoyo para evocar cualquier rasgo
distintivo que, en un momento de nuestras vidas, haya supuesto una dificultad.
Esa peculiaridad que nos hace diferentes y que, por algún motivo, nos sentimos
obligados a esconder, a camuflar de las miradas del resto de personas que
aparentan ser normales.
Y
sobre todo, expone cómo reaccionan las personas ante lo diferente, cómo se
muestran ante lo que se sale de lo cotidiano, cómo tratamos de tapar, de
ocultar aquello que resulta raro a los ojos de los demás y de la sociedad…
Cuando con amor basta.
En
realidad, ¿no somos todos un poco o bastante raros?
El
hilo conductor del argumento no es lo importante, creo que lo importante son
las cosas que se dicen en las páginas de la novela.
La
obra que comento, es un canto a la niñez, a ese periodo de nuestras vidas en el
que todo lo que ocurre a nuestro alrededor lo vivimos con una gran intensidad,
y que influirá no solo en nuestro futuro, sino también en nuestra forma de
vivir y pensar.
Es
una historia de la sociedad. De mirar el día a día con los ojos bien abiertos.
Es una novela de atmósferas. Al fin y al cabo, habla de la necesidad de ser
feliz, de la vida, de la importancia de ser nosotros mismos.
El
escritor ha encontrado en la literatura el terreno abonado para dar rienda
suelta a su imaginación. La última “Con
un amor bastaba” una novela muy bien construida en la que la búsqueda de la
felicidad está presente en todas sus páginas.
Una
prosa rítmica, un rito de pasaje y un profundo retrato de un hombre solo, que
nos trae los ecos de sus anteriores novelas.
Todo
es bello en una prosa que fluye, pero los pasos sonoros de un hombre solo son
los que terminan cerrando las páginas del libro, son los que recuerdan que la
vida lo es todo, pero sobre todo, una constante lucha con nosotros mismos y sus
consecuencias.
Desenlaces
hay muchos. Y aunque se van adelantando a retazos, tendrás todos los detalles
cuando cierres el libro. Como resultado irás atando cabos aquí y allá hasta
tener una perspectiva completa de algunos acontecimientos que se narran, en un
principio, de forma sesgada.
A
mi parecer, esta forma de contar la historia la hace interesante y te mantiene
enganchado a sus páginas con la intención de saber más. La tercera parte de la
novela es breve y resuelve las pocas dudas que aún quedan pendientes.
Así
mismo, me gusta la melancolía con la que el autor cuenta la historia, porque
está basada en la alegría, no en la tristeza, porque deja entrever muchas
pinceladas de esperanza y también de bondad. Su dulzura, y su musicalidad.
Un
libro es evasión y la evasión es necesaria. Creo que todos necesitamos salir de
la realidad inmediata.
En
“Con el amor bastaba” el protagonista
es Elio Ícaro, aunque ya desde el principio remarca que para comprenderlo todo,
es preciso entender a su familia y más concretamente a sus padres.
Máximo
Huertas vuelve a la familia. Como centro, como anclaje y como pérdida. En ella,
microcosmos, ocurre el mundo. El de Elio, el de su hermano con olor a lavanda; el
de un padre que se ausenta y construye una nueva vida; y el de una madre que
siempre azuza, que anima siempre, que no tiene miedo a lo diferente.
Todos
los personajes que aparecen tienen un motivo de ser, todos cuentan algo y
tienen algo que aportar tanto al lector como a la vida del protagonista.
El
escritor valenciano ha trabajado muy bien la simbología, aportándole mucha
personalidad a la novela tanto en los personajes como en el desarrollo de toda
la historia.
Y
tanto que “Con el amor bastaba”,
cuando de lo que se trata es de reivindicar la belleza de lo que nos hace único
e irrepetibles, diferentes y excepcionales.
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