-Miguel Rual-
Recuerdo que te lancé por encima
de mi cabeza; un golpe seco
contra el suelo; el silencio
de los demás. Recuerdo especialmente
aquel fuego amasado entre tus manos
al ayudar a levantarte,
y el brillo de tus ojos
porque lo habías entendido todo...
y en esa perfección,
desde tu limitada perfección,
lo celebrabas.
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