Ten
cuidado con las palabras,
incluso
con aquellas milagrosas.
Para
las milagrosas hacemos lo mejor posible,
a
veces se enjambran como insectos
y
dejan no una picadura sino un beso.
Pueden
ser tan buenas como los dedos.
Pueden
ser tan confiables como la roca
sobre
la que apoyas tu trasero.
Pero
también pueden ser tanto margaritas como moratones.
Aun
así, estoy enamorada de las palabras.
Son
palomas que caen del techo.
Son
seis naranjas sagradas posadas en mi regazo.
Son
los árboles, las piernas del verano,
y
el sol, su apasionado rostro.
Aun
así, me fallan a menudo.
Tengo
tanto de lo que quiero decir,
tantas
historias, imágenes, proverbios, etc.
Pero
las palabras no son lo suficientemente buenas,
las
equivocadas me besan.
A
veces vuelo como un águila,
pero
con las alas de un gorrión.
Pero
intento tener cuidado
y
de ser suave con ellas.
Las
palabras y los huevos deben ser tratados con cuidado.
Una
vez rotos,
son
cosas imposibles de reparar.
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