Una
mujer asomada a la ventana,
una
mujer que mira la respiración contenida del mundo,
que
ama a los gatos y a los pájaros,
que
baila con los abejorros y las libélulas,
una
mujer “diente de león” que se deshace en el viento.
Caminar
por la nieve unida al hilo del mundo.
A
veces duele el amor
y
los gorriones de Issa consuelan la herida.
A
veces alguien acoge a una golondrina sin padres.
A
veces el alba se tiñe de mirlos y petirrojos.
Una
mujer que camina y viaja (y le encanta viajar),
que
edita y medita,
palabras
claras como la lluvia
al
empapar los campos de los amigos.
Una
ventana para la amistad.
Un
marco para emprender el viaje,
“ese
zureo continuo que parece la respiración de la tarde”.
Sobre
la nieve el rabilargo
picotea
hojas del arce.
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