Y
sin embargo uno llega de algún modo,
termina
desabrochando los botones
de
un vestido
en
una habitación desconocida—
siente
el otoño
gotear
sus hojas de seda y lino
entre
los tobillos de ella.
El
cuerpo sórdidamente venoso emerge
retorcido
sobre sí
¡como
un viento invernal…!
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