Uno
y uno son dos. Hay un
dos
que es uno,
por
fin. Uno solo está solo.
Tres
es posible.
Hay
suficientes orificios para todos.
Cuatro
es casi imposible.
Inténtalo.
Un
gran matemático
(y
es una historia real)
mientras
esperaba en un burdel y
miraba
pornografía,
tuvo
la visión repentina de
todas
las combinaciones de todas los
enchufes
y orificios de Nueve.
Entusiasmado,
se fue a casa e inventó nuestros
teoremas
de combinaciones y permutaciones.
Ese
día no echó un polvo.
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