Dentro
del océano inacabable de la literatura rusa del siglo XIX, hay especies
desconocidas, al menos para mí, y que de tanto en tanto llenan y descubro en
las redes sociales.
SINOPSIS: Viazovnín, un hombre de mundo
al que la fortuna dejó de sonreír hace tiempo, decide volver a la finca
familiar, donde entabla amistad con su vecino Krupitsin. A pesar de que tienen
poco en común: uno es culto y elegante, rubio y alto, y el otro es descuidado y
poco leído, moreno y regordete. Los dos amigos dejan pasar los días
tranquilamente, hasta que Krupitsin aconseja a Viazovnín que se case y que
ponga orden en su vida, y se ofrece para presentarle unas cuantas mujeres que
bien podrían merecer su consideración. Pero ¿cómo elegir la más conveniente? Y
sobre todo, ¿qué supondrá la entrada de un elemento femenino en su amistad,
hasta entonces inquebrantable?
Una
pequeña joya de uno de los grandes autores de la literatura rusa. Con un
argumento aparentemente sencillo. Es un buen ejemplo de sus historias
ambientadas en la campiña rusa. En ellas los conflictos sociales y morales
estarán siempre presentes, dejando constancia de la decadente forma de vivir
eslava en comparación con el liberalismo occidental. En ellas se respira además
una intensa atmósfera melancólica.
En “Dos amigos” la
intensidad lírica, y dramática se funden en unos personajes, que demuestran que
el tiempo pasa, pero los temas siguen presentándose; la historia se repite,
pero cabe la posibilidad que no siempre sea mejor.
Un
encuentro circunstancial en el campo por razones de gestión patrimonial entre
dos terratenientes se convierte en una relación de amistad: “Dos amigos”.
Nada
más llegar de la ciudad, Boris Viazovnín hace algunos cambios en su propiedad
rural para reducir los gastos y a partir de ahí se dedica a llevar una vida
cómoda y tranquila. Por casualidad, entra en contacto con uno de sus vecinos,
Piotr Krupitsin, con el que hace una íntima amistad, a pesar de las diferencias
entre ellos. Dos culturas, dos mundos que se encuentran en el mundo rural. La
vida de Boris trascurre entre lecturas y tertulias con el amigo Piotr hasta que
éste le propone que se case, y se compromete a buscarle la mujer adecuada.
En
la zona rural en la que se encuentran no hay muchas candidatas, pero en la
tercera casa que visitan Boris conoce a Vérotxka, una chica guapa y
trabajadora, pero sin mucha cultura. Boris se enamora y le pide matrimonio, en
contra de la opinión de su amigo, que considera que no tienen nada en común.
A
partir de ahí la historia entra en otro capítulo, ya que a pesar del
enamoramiento inicial, el esposo se aburre y decide subsanar el error de su
matrimonio improvisando un viaje. Bien es cierto, que el desenlace no es
inesperado del todo, pero cierra la historia de forma magistral.
Se
centra en esta obra en la descripción de unos sentimientos que a veces
consideramos indescriptibles. ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Es sin
duda una pregunta de difícil respuesta, pero el autor la sortea con gran
efectividad gracias a su capacidad innata para analizar a las personas.
Pero,
como no podía ser menos, además de la vertiente humana, Turguénev hace una
crítica mordaz contra la decrépita atmósfera imperante entre la clase
privilegiada y las arcaicas costumbres de la tradición rusa. Una historia que
pretende moralizar contra el tedio cultural y político que imperaba en la Rusia
de mediados del S. XIX. A pesar de las pocas páginas con que cuenta la novela,
el reproche prevalece y es manifiesto.
No
es una novela de acción, es una novela de costumbres, de profundos y certeros
retratos psicológicos en la configuración de los personajes. Tanto en la vida
en el campo como la vida en la ciudad rezuma un realismo que no impide que toda
la obra esté salpicada de certeras descripciones.
Porque
Turguénev prima la vida sobre la trama y es ahí donde radica su brillantez en
la naturalidad de la historia, en las ausencias de artificios.
El
estilo de este autor no solo es elegante, preciso y sutilmente bucólico y
pulido, sino que además le imprimía una fluidez y un dinamismo que hace de su
lectura una experiencia confortable y muy entretenida.
Turguénev
es pródigo en la descripción de los sentimientos de sus personajes. Pinceladas
cortas pero contundentes, evocaciones brillantes del paisaje, meditaciones
lúcidas sobre el crecimiento interior del protagonista. Una narración vivaz,
intensa.
A
pesar de ser un clásico, existen temas universales como la amistad, el
matrimonio, la cultura, el trabajo, el esfuerzo, que forman parte de la
estructura del ser humano.
El
escritor ruso construye una historia apasionante envuelta en un huracán
romántico de pasiones, plantea el amor como sacrificio, más que como conquista
de la felicidad, un texto rico y jugoso en detalles y matices, con una textura
emocional muy trabajada, un elenco de personajes inolvidables y la apariencia
de una tragedia clásica.
Mediante
un sencillo argumento el autor os trasporta a la época que se narra y a dos
amigos muy diferentes entre sí tanto en edad, condición social, pero que
encuentran, el uno en el otro, la amistad y es a través de esa amistad, la que
se convierte en la protagonista de la historia. Hace un recorrido por una
disparidad de personajes muy bien conseguidos y pese a lo corto del relato,
todos ellos están pulcramente definidos y como arquetipos de la literatura
eslava.
Ambos
comparten el destino de caballero andante para la dama protagonista de la
historia; y ambos representan el espíritu del amor, ese amor que traspasa las
fronteras de lo romántico, para alcanzar mundos más eternos y verdaderos.
En
esta novela corta encontraréis además, como es habitual en la producción de
Ivan Turguénev, los arquetipos que distinguen por antonomasia su obra: el joven
de clase alta ocioso y despreocupado; el
alma campechana y humilde del hombre de la tierra que representa la esencia del
alma rusa noble aunque simple y rancia; la mujer rica y prepotente, dotada de
cultura con dosis de arrogancia y vanidad; la joven de un estamento social más
bajo, provinciana, sin cultura, con sumisión dotada para el servilismo y
resignación cuya máxima aspiración es contraer matrimonio para poder ascender
en la escala social.
Es
imposible no dejarse llevar por sus protagonistas que son el centro de todas
las pulsiones. Dejando de lado el anticuado ritual del cortejo descubriréis en
el texto una modernidad asombrosa. Los sentimientos humanos apenas cambian con
el paso de los siglos: el amor, los celos, la tradición… Todos ellos nutren la
historia.
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