Dentro
de ti tu edad
creciendo,
dentro
de mí mi edad
andando.
El
tiempo es decidido,
no
suena su campana,
se
acrecienta, camina,
por
dentro de nosotros,
aparece
como
un agua profunda
en
la mirada
y
junto a las castañas
quemadas
de tus ojos
una
brizna, la huella
de
un minúsculo rio,
una
estrellita seca
ascendiendo
a tu boca.
Sube
el tiempo
sus
hilos
a
tu pelo,
pero
en mi corazón
como
una madreselva
es
tu fragancia,
viviente
como el fuego.
Es
bello
como
lo que vivimos
envejecer
viviendo.
Cada
dia
fue
piedra transparente,
cada
noche
para
nosotros fue una rosa negra,
y
este surco en tu rostro o en el mío
son
piedra o flor,
recuerdo
de un relámpago.
Mis
ojos se han gastado en tu hermosura,
pero
tú eres mis ojos.
Yo
fatigué tal vez bajo mis besos
tu
pecho duplicado,
pero
todos han visto en mi alegría
tu
resplandor secreto.
Amor,
qué importa
que
el tiempo,
el
mismo que elevó como dos llamas
o
espigas paralelas
mi
cuerpo y tu dulzura,
mañana
los mantenga
o
los desgrane
y
con sus mismos dedos invisibles
borre
la identidad que nos separa
dándonos
la victoria
de
un solo ser final bajo la tierra.
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