En
un trozo de papel
con
un simple lapicero,
yo
tracé una escalerita,
tachonada
de luceros.
Hermosas
estrellas de oro.
De
plata no había ninguna.
Yo
quería una escalera
para
subir a la Luna.
Para
subir a la Luna
y
secarle sus ojitos,
no
me valen los luceros,
como
humildes peldañitos.
¿Será
porque son dorados
en
un cielo azul añil?
Sólo
sé que no me sirven
para
llegar hasta allí.
Estrellitas
y luceros,
pintados
con mucho amor,
¡quiero
subir a la Luna
y
llenarla de color!
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