Cuando
yaces dormido,
amor
desde
el silencio,
respiro
quieto
en
la tensa arboladura de tu espalda.
Despierta
ahora, mi niño.
Despierta.
Y
mece tu boca
en
la marea ascendente de mi aliento,
mientras
yo, náufrago rescatado,
arribo
a las costas de tu sueño.
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