Entre
mis manos vives
en
confusión de nacimiento y corazón herido,
como
desvanecerse o contemplar
un
alto simulacro de ruinas;
sobre
mis dedos mueres,
materia
pensativa que se abate
bajo
el murmullo de mi tacto,
y
eres tristeza en mí,
suave
como la forma de la nieve,
como
cerrar la puerta
o
mirar la inocencia de una pluma.
Nacida
para mi caricia,
con
un perdón que olvida y un comienzo
de
éxtasis y aromas,
me
acerco hacia tu aliento,
tu
oído con mis labios toco y digo
que
nuestro amor es agonía,
que
escuches mi temor y mi palabra de humo
y
que yo, como tú, de noche oigo
cómo
se pierde el pensamiento,
confuso
entre mi carne y tu recuerdo.
Mas
retiro mi rostro de tus ojos
porque
ya no podré pensar una palabra
que
no habite tu nombre,
y
porque surges hasta del silencio
como
enemiga que desdeña el arma
y
de improviso nace entre las sombras,
cuando
sin ti yo no sería
sino
un olvido abandonado
entre
las ruinas de mi pensamiento.