Había
una vez una mariquita que estaba empeñada en ver salir el sol cada mañana, así
que un día le pidió a su mamá que la despertase muy, pero muy temprano, para
estar en la copa del árbol y así poder ver los primeros rayitos de sol.
Esa
mañana su mamá corrió a despertarla y por más que lo intentó no lo
consiguió. Triste se quedó... por lo
cual su mamá le dijo: tienes que estar pendiente del canto del gallo, al oír el
Kikiriquiii debes levantarte de la cama.
Y
efectivamente, a la mañana siguiente el gallo cantó, Kikiriquiiii, y volvió a
cantar, Kikiriquiiii, y la mariquita se despertó, corrió corrió y corrió, se lavó la carita, los dientes, se tomó su
vasito de leche y galletas y se subió a la copa del árbol y allí esperó, esperó
y esperó hasta que empezó a ver una pequeña luz que salía detrás de las
montañas, y la mariquita se quedó asombrada de lo hermoso que era ver salir el
sol y una lagrimita cayó por su carita de la emoción que le dio.
Al
rato pasaron sus amigos, la mariposa y el saltamontes y ellos le preguntaron:
Mariquita,
¿que hacéis tan temprano en la copa del árbol? y la mariquita les contó. Sus
amigos quedaron tan motivados, que le pidieron a la mariquita si la podían
acompañar al día siguiente y efectivamente así fue. El gallo cantó con su alegre Kikiriki y el
ritual continuó, se lavaron la carita, se cepillaron los dientes, se tomaron su
vasito de leche y se subieron a la copa del árbol y una vez allí juntitos
esperaron a que el sol empezase a salir y se prometieron que siempre lo
repetirían como símbolo de su hermosa amistad.
AUTOR: Rosa Fernández Salamanca.
Ohhh
ResponderEliminarque bonito texto
me encanta ^^
un abrazo!
Y con una feliz moraleja. Espero que muchos la cumplan.
EliminarUn besazo.