En
el tumulto de los húsares de Momo,
encandilado
por las luces de otro barrio,
aquel
murguista saludando con su gorro,
se
despedía, como siempre, del tablado.
Entre
la nube de pintados chiquilines,
vió
la sonrisa que enviaba una princesa,
entre
los rostros de mezclados colorines,
dudó
si era para él la gentileza.
Y
por si acaso dedicó una reverencia
a
la muchacha que en la noche se quedaba.
En
el momento de partir la bañadera,
volando
un beso se posaba en su ventana.
Y
paso a paso la ansiedad lo malhería,
quedaba
poco del nocturno itinerario,
uno
tras otro los cuplés se sucedían,
se
retiraban del último escenario.
Tiró
el disfraz en el respaldo del asiento,
borró
los restos de pintura con su mano.
Volando
un 'tacho' lo llevaba contra el viento,
la
vio justito a la salida del tablado.
¿Cómo
te va?, dijo el murguista a la muchacha
que
lo cortó con su mirada indiferente,
le
dijo: bien, y lo dejó como si nada.
Nuevamente
la princesa se perdía entre la gente.
Que
no se apague nunca el eco de los bombos,
que
no se lleven los muñecos del tablado.
Quiero
vivir en el reinado de dios Momo,
quiero
ser húsar de su ejército endiablado.
Que
no se apaguen las bombitas amarillas,
que
no se vayan nunca más las retiradas.
Quiero
cantarle una canción a Colombina,
quiero
llevarme su sonrisa dibujada.
hola! que seguimos pululando y ululando por estos lares y la poesia e imagenes se engancharon en nuestras alas, me las llevo. abrazosbuhos y feliz martes!
ResponderEliminarHola Buho!!!
EliminarPulula y ulula por estos lares, para mi es un placer, extiende tus alas....
Un saludo!!!